2005 - 2008

Donde todo

comenzó.

Mi historia con la pastelería no comenzó en una gran cocina. Comenzó cuando era niña, mirando vitrinas de postres que no podía comprar, pero que me hacían soñar. Siempre me fascinó el color, el olor y la textura de los dulces. Sin embargo, crecí en un entorno donde el machismo marcaba cada rincón de mi vida. Desde pequeña tuve que trabajar junto a mis hermanos para salir adelante, aprendiendo a ser fuerte y a callar.

2011 - 2019

de los miedos

nacen los sueños.

Por muchos años evité la cocina, porque la gente decía que “la mujer pertenece ahí”, y yo no quería ser parte de ese pensamiento. Sentía que el mundo me decía que una mujer solo sirve para cocinar o limpiar, pero yo sabía que valíamos mucho más. Que podíamos ser creadoras, jefas, soñadoras.

2020

ASI Empezó mi

verdadero camino.

Con el tiempo, la vida me llevó a conocer a Michael, mi compañero y quien vio en mí algo que muchos no vieron: una mujer capaz de lograr lo que se proponga. Él me impulsó a estudiar pastelería, a volver a ese mundo que me hacía vibrar desde niña. Y fue ahí donde todo empezó a tomar sentido.

2021

MIS PRIMEROS

pedidos

Comencé en la cocina de mi casa, con un solo hornito que apenas alcanzaba. Horas enteras horneando, aprendiendo, fallando, volviendo a intentar. A veces me quedaba sin dormir, pero no me detenía. Un día, mi papá —mi ejemplo, mi guía y una de las personas más importantes en mi vida— me pidió que preparara algunos postres para una reunión familiar. Los preparé con el corazón, sin imaginar que ese día marcaría el inicio de todo. A todos les encantaron, me pidieron más, y sin buscarlo, nació mi primer emprendimiento.

Poco a poco los pedidos crecieron. Transformé una habitación en mi primer taller, compré más hornos, y cada paso fue una mezcla de esfuerzo, lágrimas y alegría. A veces colapsaba por la presión, pero lloraba de felicidad porque estaba viviendo lo que siempre soñé.

2025

Rumy nació en una

pequeña cocina.

Hoy, Pastelería Rumy es más que una marca: es una historia de amor, resiliencia y fe. Es el reflejo de una mujer que un día decidió romper con los estereotipos y apostar por su pasión.

Gracias a mi papá, a mi esposo Michael y a mi hija —mi mayor motivo para seguir adelante—, sigo creando postres que cuentan historias.
Porque en cada sabor hay un recuerdo, en cada textura una emoción,
y en cada creación, una parte de mí.

2025

Rumy: un sabor, un

momento

una historia.

Y ahora, ya no estoy sola.
Hoy somos un equipo: un grupo de personas que comparte la misma visión y trabaja cada día con amor, disciplina y pasión para seguir creciendo.
Pronto estaremos más cerca de ti, para llevarte no solo mis postres, sino también mi historia…
y para que, a través de cada bocado, tú también puedas contar la tuya.

Porque al final, Rumy no solo es una pastelería.
Es un pedacito de alma hecho dulce,
una invitación a soñar,
y un recordatorio de que siempre se puede volver a empezar.

Rumy: un sabor, un momento, una historia.